Tras hacer el truque de saberes en la clase hablando de los patios inclusivos, me interesé más acerca de cómo se había abordado el proyecto en mi antiguo colegio. Es por eso que hoy, 6 de mayo, fui a echar un vistazo en persona al proyecto de patios junto a las profesoras que promovieron la creación de los patios inclusivos.
Antes de nada, querría comentar algo que me sorprendió antes de siquiera poner un pie dentro del centro y fue lo estrictos que eran a la hora de pedir permiso para entrar al recinto escolar. Claro, por una parte es normal, ellos deben de proteger a los menores de cualquier desconocido o posible amenaza que quiera entrar a la escuela pero, sin embargo, al comentárselo a una de las profesoras que me enseñaron el patio, me dijo que era cosa de este colegio el que fueran tan reglados y poco permisivos. Necesité de un justificante del propio Sergio para poder entrar y justificar mi presencia en el colegio, además de que las conversaciones duraron semanas hasta que por fin concretamos una fecha.
Continuando con lo importante, visitar mi colegio de nuevo tras casi 8 años ha sido toda una experiencia. Fui guiada por dos profesoras en mi paseo por unos patios repletos de recuerdos y risas, cuando todo era más fácil y menos agobiante. En primer lugar, se me explicó las rotaciones entre cursos y las diferentes estaciones de juegos que había, que consistían en baloncesto, juegos guiados, juegos de mesa, baile y, por supuesto, futbol. Los niños rotan cada día de actividad además de que son ellos mismos los encargados de llevar los diferentes materiales al patio, cosa que me parece muy bien pensada para que se involucren más con el proyecto y se sientan parte de él. Cabe aclarar que todos los niños tienen la opción de poder ir, o bien a la sala de juegos de mesa que siempre está abierta, o estar simplemente en el recreo
Después de esa breve explicación, vi el aula donde hacían los juegos de mesa. Tenían tanto manualidades como diferentes juegos de mesa a los que jugar y, lastimosamente, debido a que ha sido un día de buen tiempo, no había mucha gente en la sala. Sin embargo, la profesora me contó que en los días de lluvia sí que habían muchos niños y que, lo más seguro, es que cuando empezara el calor extremo característico de Madrid, volviese a llenarse. Posteriormente vino otra profesora a recogerme de mi primera parada y sería la que principalmente me guio a través del colegio.
Me comentó que al principio había bastante miedo a que la propuesta fuera rechazada por los niños porque, hasta ese entonces, lo único que se hacía era pasear y, sobre todo, fútbol. Mi colegio en un pasado tenía bastantes conflictos y el patio, que cabe resaltar que es GIGANTE, fácilmente para que os hagáis una idea, de tamaño sería prácticamente toda nuestra facultad. Encima no es el patio todo el colegio, solo de los cursos de 3º, 4º, 5º y 6º.
Sí, todo lo amarillo es el patio.
Sí, es colegio es aún más grande.
Por si alguien lo duda, el proyecto de los patios inclusivos también se hace en los otros cursos, solo que no me ha dado tiempo a verlos.
En fin, a pesar del miedo que había por si los niños no aceptaban el cambio, resultó que lo aceptaron sin ningún tipo de reproche. En un inicio intentaban jugar futbol a escondidas pero al poco ya ni lo intentaron. Vi un patio repleto de niños que se divertían e interactuaban entre ellos entre risas y, sobre todo, los vi jugar a todo tipo de juegos tradicionales. Eso en mi época era impensable, da gracias que podíamos sentarnos en las gradas sin ser golpeados por un balón.
En un momento dado, un grupo de niñas se acercó a nosotras a hacernos un baile y, la verdad es que algo en mi vocación de profesora se removió de la emoción y me hizo pensar "realmente quiero trabajar de esto". Por otro lado, entre esas niñas había una en concreto que, en un primer momento, pensé que formaba parte del grupo pero no era así. Esta niña se veía que era tímida y retraída, casi como si no supiera que hacer en esa situación.
Cuando la profesora la vio fue cuando esta niña la preguntó si estaba abierta la clase de juegos de mesa y si podía ir, a lo que la profesora la dijo que si. Antes de irse, la profesora me presentó a la niña y para mi sorpresa, me extendió la mano tímidamente antes de volverla a encoger a lo que, viendo que quería saludarme, fui yo quien extendí la mano y, efectivamente, la agarró por breves segundos y al poco, se fue.
Por cómo actuaba la profesora con ella y por la actitud de la niña no tardé mucho en entender que seguramente ella poseía algún tipo de dificultad. He oído muchas cosas acerca de lo duro que pueden ser los trabajos relacionados con gente que posee dificultades pero cuando vi a la profesora hablarla lento para que pudiera seguirla el ritmo, además de preguntarla si quería que la acompañase a la sala, reafirme mi buena elección de carrera y especialización.
Gracias a este proyecto de patios esta niña tiene un lugar al que ir para estar tranquila y estar con otros niños que también hayan querido ir ahí. Es un lugar donde puede estar lejos de los gritos del patio y puede estar cómoda. En mi época, teníamos dos compañeros con dificultades: un compañero con TEA, concretamente síndrome de asperger y otro con TDAH. Ellos nunca fueron aceptados por el resto de mis compañeros, hubo varias ocasiones en las que tuve que salir a defenderlos. Inclusive, cuando estábamos en 3º de Primaria, tuve que defenderlos de unos niños de 6º que les querían pegar, que, claro, para nosotros eran muy mayores y gigantes. En las clases siempre eran ellos dos solos cuando nosotros hacíamos grupos para lo que fuera. En su momento pensaba que era porque simplemente ellos dos lo preferían así ahora, claro, me doy cuenta de que no, pero me sorprende lo tan normalizado que lo tenían hasta los profesores.
Yo abandoné a esos compañeros cuando hicimos el cambio al instituto. Yo no quería ir más allí. No fue hasta 2º de la ESO cuando uno de estos dos niños me contactó al que, para proteger su intimidad, llamaré Gabriel, el niño con síndrome de asperger, que básicamente nos contactaba a mi y a otro amigo mío para volver a quedar como en los viejos tiempos. Yo por ese entonces no tenía muy claro todo lo que había estado pasando en el instituto desde que me había ido pero fue horrible cuando me enteré. Resulta que mis compañeros se metían tanto con Gabriel como con el otro niño, a tal punto de que a los demás niños que se atrevieran a ser amigos de estos dos, los acosaban también. Por esto último, fuera del aula, tuvimos un problema. Hacía poco habíamos hecho grupito nosotros tres con otros compañeros del colegio y, no tardé mucho tiempo en darme cuenta de que se burlaban de Gabriel delante suya, aprovechando que no captaba las cosas de la mejor forma. Tuve en su día que tomar la decisión de hablar con Gabriel y alejarnos de estos niños.
Todo este panorama acabó en mi amigo Gabriel a pegar a uno de sus atacantes y, a pesar de todo, a ser expulsado por una semana. Gabriel nunca más volvió a hacer algo similar pero para que se vea lo que puede llegar a suceder sin la inclusión. El caso del niño con TDAH fue bastante peor. Él duró 2 años en el instituto antes de cambiarse. Durante esos dos años estuvieron mis antiguos compañeros haciendo exactamente lo mismo que a mi amigo, solo que este resultó en que este chico se juntara con malas influencias que le traerían problemas en un futuro.
A día de hoy, "Gabriel" es mi mejor amigo y el otro chico acabó teniendo también una vida muy feliz tras cambiarse de centro. Todo esto pasó hace años pero hasta hace poco, un día que fui a buscar a mi amigo al instituto para darle una sorpresa, me dijo algo que me rompió el corazón. Mientras íbamos hacia casa, nos dimos cuenta de que el antiguo grupo de niños que se burlaban de él estaban delante nuestra. Él me dijo de cambiar de rumbo, ir por otro camino alterno, a lo que yo le pregunté que por qué, además de decirle que nadie se iba a reír de él conmigo al lado, que afortunadamente hacia ya un par de años que todo eso había acabado. Su respuesta fue que "no quería que se riesen de mi por estar con él".
Estoy llorando mientras escribo esto, me da mucha pena y rabia.
A lo que quiero llegar con esto es que, aunque se resista la gente a querer hacer cambios como el de los patios inclusivos, realmente son muy necesarios. Estos dos niños pudieron tener una vida social totalmente diferente si tan solo hubieran nacido en otra época. Me alegró ver que esta niña sí que tuvo la oportunidad de sentirse incluida dentro del colegio.
La profesora me contó que para que los niños con TEA o con alguna dificultad social pudieran relacionarse con los demás niños en un contexto normalizado, en las aulas TEA les enseñaban a jugar a los distintos juegos, además de explicárselos con antelación para que pudieran integrarse mejor. Todas las zonas de juegos en el patio además estaban señalizados con pictogramas para que pudieran ubicar cada lugar de una forma más visual.
Por otra parte, me dijo que los niños de etnia gitana se veían ahora mucho mas integrados que en antaño. Ellos se unían también a los juegos y jugaban con todos. Lo resalto tanto porque en mis tiempos también se les desplazaba, concretamente, al fondo de la clase, y apenas eran integrados en los recreos por los demás niños. Sin embargo, me comentó que los niños de 6º si que se veían normalmente más encerrados en la comodidad de sus pequeños grupos, donde, claro, sabían que no les iban a juzgar ni a señalar. Muy a mi pesar, yo creo que esto se debe a que es un proyecto reciente y que, como no lo han experimentado desde pequeños como los niños de 1º o 2º de Primaria, ya no se sienten incluidos en el grupo. Seguramente los niños que ahora están en 1º, en 6º sí que sigan jugando y hablando con otros que no sean de etnia gitana y, sinceramente me alegra que también puedan tener la oportunidad de integrarse con todos los demás.
El proyecto de patios inclusivos en mi colegio, en mi opinión, está siendo un éxito, además de algo necesario por las experiencias contadas. No se trata solo de un proyecto para que los niños puedan divertirse de diferentes formas que no sea futbol, sino de un programa para acercarnos un poco más a la normalización de la diversidad y, con un poco de trabajo, "ser diferente" será algo totalmente normal.
Relación con la LOMLOE
Este programa de patios ha resultado ser un proyecto práctico que
responde directamente a los principios y objetivos de la LOMLOE. No es solo una acción simbólica, sino una
herramienta efectiva para hacer realidad una educación más justa, equitativa e inclusiva, en línea con la transformación que promueve esta ley educativa. En anteriores entradas describí por qué pensaba que la LOMLOE era prácticamente una fantasía propuesta, pero que, aunque no creo que se pueda cumplir en su totalidad, creo que ha hecho un buen trabajo en cuanto la inclusión, porque jamás me esperaría que mi colegio hubiera mejorado tanto en tan poco tiempo.
1. Educación inclusiva (Art. 1, Art. 71 y Art. 74 de la LOMLOE)
La LOMLOE promueve una educación inclusiva como principio rector del sistema educativo. Establece que todos los alumnos, independientemente de sus condiciones personales o sociales, tienen derecho a una educación que favorezca su plena participación e integración.
El proyecto de patios inclusivos permite que niños con TEA, TDAH o pertenecientes a minorías étnicas (como la comunidad gitana) participen en igualdad de condiciones, pudiendo participar como uno más en la comunidad. Los niños con TEA además poseen una ayuda con los pictogramas y los juegos previamente explicados para ello contribuyen a que puedan integrarse mejor con los demás. Por otra parte, también tienen el aula de juegos de mesa para estar tranquilos si así lo quieren ellos.
2. Equidad y compensación de desigualdades (Art. 1 y 2)
La ley promueve actuaciones para corregir desigualdades en la educación y garantizar una atención personalizada a quienes lo necesiten. Fue a partir de la creación de la LOMLOE que se empezaron a implementar los patios inclusivos en mi colegio para corregir los anteriores conflictos mencionados y, sinceramente, me alegro mucho por ello.
4. Participación del alumnado y aprendizaje activo (Art. 6)
La ley impulsa una escuela más participativa, donde los alumnos sean protagonistas de su aprendizaje y convivan en un entorno democrático y cooperativo. Como hemos visto a lo largo de esta entrada, los niños rotan actividades, son los encargados de transportar los materiales y tienen poder de elección en los patios, ya que existen encuestas para ver que actividades les gastaría tener, favoreciendo un entorno donde la implicación y el respeto mutuo se fomentan activamente.
Comentarios
Publicar un comentario